Estos últimos días, al hilo de las declaraciones de Carlos Slim apoyando la adopción de una semana laboral superconcentrada de tres días y la noticia de la implementación de una prueba piloto en Goteborg (Suecia) por la que un grupo de trabajadores municipales pasan a trabajar 6 horas diarias (en lugar de las 8 habituales), manteniendo el mismo salario, ha resurgido con fuerza un debate que no es nuevo: si los modelos de negocio y las organizaciones han cambiado con el surgimiento de nuevos paradigmas competitivos, ¿no deberían hacerlo también los trabajadores y los modelos de trabajo/contratación?
La respuesta parece evidente: sí. No obstante, como sucede en cualquier proceso de cambio previo a la adopción de un nuevo paradigma dominante, las respuestas y enfoques al respecto son aún confusos, principalmente debido a que en el análisis se mezclan perspectivas de diferentes agentes implicados. A lo largo de las siguientes entradas haremos un repaso a todas ellas. Empecemos con una perspectiva general:
Desde un punto de vista de entorno y condiciones macroeconómicas, resulta evidente que la situación post-crisis en la que nos encontramos (muy incipiente en algunas zonas, más consolidada en otras) es propicia para una reflexión sobre sus causas y la mejor manera de adaptarnos al nuevo escenario. En ese sentido, la zona Euro, con una tasa de desempleo media de casi el 12% (2014M04) (frente al 6,3% en EE.UU y el 3,6% en Japón) y casos sangrantes como el de Grecia (27%) y España (25%), parece tener todos los incentivos para liderar una reflexión al respecto. Ante la previsión de que esta situación se prolongue durante un largo periodo de tiempo, la conclusión parece clara: los modelos de trabajo y relación entre oferta y demanda del mercado laboral tradicionales son simplemente ineficientes e incapaces de revertir la situación. Frente a este escenario, empiezan a resurgir (Keynes ya la propuso en su momento) propuestas exóticas como la del economista Arcadi Oliveres, que defienden la necesidad de trabajar menos para repartir el trabajo existente entre más personas. Este tipo de planteamientos, que nos hacen retroceder 100 años en el tiempo, mezclan consideraciones sociales y políticas bajo un prisma de doctrina económica abiertamente polvorienta y parecen partir de la idea de que la oferta de trabajo en un entorno competitivo es fija, local e independiente de lo que hagan los trabajadores, como si fuera un pastel a repartir y las personas tuviésemos el triste papel de ponernos en la cola y esperar a ver qué nos toca. Frente a esto, el nuevo paradigma dominante deberá ser necesariamente opuesto, y enfocarse a un replanteamiento de los roles de empresa y trabajador que pase por una mayor asunción de responsabilidad de los profesionales, un decidido fomento de la emprendeduría y, en general, un mayor dinamismo y movilidad que parta de la base de que muchos perfiles profesionales deberán ser crearlos y sustentados por los propios trabajadores, en vez de ser ofertados por las empresas.
En las siguientes entrada veremos perspectivas complementarias.
[…] Previous Post Nuevos modelos de negocio, de empresas…de trabajadores? (I) […]
LikeLike